Caos
Ese día hacía frío. Se acurrucó debajo de las sábanas, buscando consuelo. Sus pies se tocaban en el extremo de su cuerpo. Se sentía frágil, indefensa. Allí, debajo de aquella sábana que la había protegido tantas veces. Pero ese día era diferente. Su piel no se templaba, escarchada. Sus ojos no veían la pared, cegados por el miedo. Su respiración se aceleraba, en vez de tornarse lenta y acompasada. Cerró los ojos. En su mente empezaron a deslizarse imágenes entrelazadas. Recuerdos desordenados. Un paisaje, un viaje, un tren, una cama. Una cama acorralada por el miedo. El suyo, al darse cuenta de que sus ojos se llenaban de lágrimas al ritmo en que su corazón se precipitaba. Entonces sintió rabia, miedo, furia. Y abrió los ojos. Deslizó su brazo fuera de las sábanas. Fuera de esa protección imaginaria que estas le proporcionaban. Extendió sus dedos, y observó la palma de su mano. Otra vez. Un acto casi mecánico, que le recordaba su infancia-o su inocencia-, su indiv