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Quedaría yo

Si desapareciera esta casa, si se derrumbase la habitación, quedaría yo. Si este lugar mutase, si se convirtiera en aquella ciudad, quedaría yo. Si olvidara a las personas que se empeñan en hacerme sentir pequeña, quedaría yo. Si yo pudiera, si yo fuera, si yo sintiera. Si yo saliera, si yo corriera, si yo sintiera. Siempre, siempre, quedaría yo.

Vuelve

En el momento en el que pienso que se ha ido, vuelve. Cuando creo que todo está bien; cuando imagino que ya no estará, vuelve. Cuando la luz inunda la habitación, cuando mi corazón parece latir acompasado: vuelve. Vuelve, vuelve... El miedo siempre vuelve.

Otra mujer

Otra mujer. Y dime... ¿ella te quiere? ¿ella te escucha? ¿ella te estrecha? ¿ella perdona? ¿ella te olvida? ¿ella soy yo?

Esa voz

Te vi en algún lugar. Otras gafas, un corte de pelo diferente... y esa voz. ¿De verdad esa es tu voz? ¿De verdad siempre lo ha sido? Por un momento había olvidado el eco de tu sonrisa bajo las luces de neón. 

Cambio de piel

Ya no soy yo esas postales luminosas colgadas en las paredes. No soy yo los dibujos pintados con acuarelas, ni ese póster olvidado en la esquina del cuarto. No soy yo el color verde bosque, esperanza, feliz ni ese marrón gastado por las ganas de vivir. No soy yo estos dos colores mal combinados: bosque, lluvia; árbol, hoja. Este naranja pintado en la puerta, mezclado junto al azul: cielo, fuego, bosque, árbol. No soy yo esta habitación, rectángulo cerrado, acabado, encerrado, precintado. No soy yo este cuerpo olvidado, tumbado como un cadáver sobre un lecho de papel.

Culpa

Un filo de voz entrecortada siguió al grito ya mencionado en otro triste poema. Mil «lo siento » acompañaban cada segundo de la tristeza que se mezclaba con rencor en aquel corazón arrinconado en un pozo de indolencia.

Grito

Se escuchó un aullido aquella noche; ojalá hubiera sido un lobo, pero no: ese grito acobardado por la tranquilidad del entorno fue proferido por una boca sufriente, por unos labios quebrados y atrapados, impotentes, en una incesante pena. Ya, ya lo sé, fui yo.

El día en que creí morir

El día en que creí morir temblaban los cristales. Las cortinas estaban echadas y la luz apagada. El día en que creí morir se escuchaba el claxon de decenas de coches. La televisión estaba encendida, y un murmullo de voces llegaba hasta la habitación. El día en que creí morir nos sobrevolaban aviones del ejército, de esos que en las películas lanzan bombas al azar sobre una ciudad en llamas. La ciudad no estaba en llamas, pero, esa noche, estaba en guerra. El día en que creí morir me acurruqué en una cama ajena, en una casa ajena, abrazando a mi novio de aquellas, que seguramente tenía más miedo que yo.  « Estamos lejos de allí, no te preocupes » , me decía.  Y yo me hacía la tonta intentando convencerme de que lo que decía era verdad. En realidad estábamos a apenas unas calles del lugar donde la gente se estaba quitando la vida.  Y el rezo no dejaba de escucharse en cada una de las mezquitas; el rezo de la muerte, el rezo de la desesperación. El día en que creí morir

Cuchillo

Cada adiós que pronunciamos se convirtió en cuchillo y ya no sé cuántas puñaladas recibieron mis costados.

Mentiroso

No me mires a los ojos, no sea que las mentiras, que tan obvias me parecen, se te vean reflejadas a traición en las pupilas.

Llanto

Y, de golpe, por la noche, cuando la habitación se queda a oscuras, me despierto de repente y aparece, así, en mi mente la peor de las preguntas: ¿Qué es lo que he hecho?

Muerte

Te besé por última vez un triste nueve de mayo; tu cuerpo se enfriaba bajo mis manos de papel y yo me prometí quererte siempre, aunque tu corazón ya no latiera contra las yemas de mis dedos, aunque tus ojos ya no vieran más allá de sus pupilas anegadas por la muerte en aquel último adiós.

Deshielo

Abrázame tan fuerte que el calor de mis mejillas se convierta en anestesia y me deshiele el corazón.

Este silencio.

¿Así que este es el silencio que me envuelve cada vez que me desprendo de cualquiera de esa gente que refleja un sentimiento con mil besos en mi frente?

Gran Vía

Nuestros pasos en Gran Vía a las 2 de la mañana se han convertido en melodía y nuestras manos encerradas en un lazo inquebrantable son la razón de la sonrisa dibujada en tu mejilla.

Promesas.

Era de noche en aquella plaza; alrededor, varias palmeras, y, a lo lejos, el sonido del mar inundando con su voz cada rincón. Nos sentamos en aquel banco, cerca de la torre del reloj y lejos, muy lejos, de la Puerta del Sol. El silencio acompañaba el compás de las olas contra el muelle y aquel edificio iluminaba el mar con sus luces intermitentes. A lo lejos, se veían las farolas ilegales de aquel barrio construído de noche, a la luz de una luna que impregnaba toda la ciudad de luz. En aquel lugar decidimos volver a encontrarnos, creamos un plan imperfecto: por siempre juntos junto al mar. Te prometí tantas cosas antes de que llegara el miedo y antes de que la presión en el suelo se volviera contra mí. Pero ya no, ya no más, no más abrazos a la altura del reloj; no más, no más besos allá arriba, junto al ascensor. No más, no más sueños, solo pesadillas mal plegadas en la esquina de un papel; solo miedo, rencor, odio, miedo, miedo, miedo, miedo.

Delirio

Siempre quisiste besar mis labios sabor caramelo, sentarte junto a mí en el sofá y susurrarme mentiras al cuello. Siempre quisiste tocar cada ola de mi cabello, pero nunca quisiste escuchar una opinión o un recuerdo. Siempre quisiste danzar contra mi cuerpo excluído, y nunca quisiste atender a aquellos largos suspiros. Siempre quisiste buscar ese placer egoísta, perdido entre los gemidos de tu maldito amor narcisista. Siempre quisiste disfrutar de una atención detallista, pero nunca dejaste de jugar a ser el dueño de mi vida.  Y yo nunca pude mirar más allá de tus mentiras y, ahora, con el cuerpo entumecido, perdido entre los miedos que me atormentan desde aquel día, te declaro culpable de todos los sobresaltos que me llevaron al llanto y confieso que tu mirada es demasiado semejante a la del hombre causante de toda mi insensatez.

Ojalá partir

Ojalá partir, partir muy lejos, dejar la mente en blanco, perder las llaves y encontrarse con unas nuevas en la mano. Ojalá partir, partir muy lejos, desaparecer de entre los vivos, sin tener que aparecer entre los muertos. Partir, partir, partir tan lejos que los ojos del pasado se olviden de mí y las miradas del presente me vean de otra manera. Quiero partir, partir, partir tan lejos que nadie reconozca las heridas esparcidas por mi piel. Ojalá partir, partir, partir muy lejos y dejar atrás los días vacíos y las noches sin dormir. Partir, partir, en la mañana, para que así la noche me encuentre en otro lugar. Ojalá partir, partir, partir muy lejos y dejar atrás las dudas, dejar pasar los juicios de aquellos que nunca supieron comprender que yo siempre soñé con partir, con partir muy lejos y caminar hasta que el reflejo de sus prejuicios  fuera la sombra incomprensible de un pasado marchito empañado por el sol.

Ayer

Necesito que me arropes y me digas que está bien, que nada ni nadie puede hacerme daño, otra vez. Necesito que me abrigues, que me digas que está bien, que estás aquí para quedarte, que solo me quieres ver. Necesito que me abraces y me digas que está bien, que no piensas inculparme por aquello que hice ayer.

Luna roja

Era un día sin mañana, la noche llegaba ya. Los navíos en el puerto, las montañas más allá. No sabían que mañana dejaría de brillar la luna roja que esa noche lo envolvía todo y más. Esa noche se encontraron dos amigos de la mano pegados a una pared, y el agua se derramaba entre las rocas de la playa y la hacía retumbar. Poco después, en la mañana, se dijeron « nunca má s » , pero a la noche siguiente se volvieron a encontrar. No querían separarse,  ni siquiera por azar, e hicieron todo lo posible para nunca despertar.  Pero llegó la mañana,  llegó el agua, llegó el mar. La dulzura del mañana se tornó agria y nunca más volvieron a encontrarse bajo la luna sin pensar que el mañana no importaba,  que todo iba a funcionar.   

Reflejos

Mi reflejo me delata, no me deja regresar, enmudece mis palabras y me obliga a despertar. Mi reflejo me delata, no me dejará olvidar las miradas de la gente que nunca me quiso encontrar. Mi reflejo me delata y me dice: «no es verdad »; me observa y no comprende dónde escondo mi pesar.  Mi reflejo me delata,  y me mira sin cesar; no comprende que mañana ya no estará sobre el cristal.  

Olvido

Lo peor de que te digan que todo lo olvidarás, que los recuerdos, las palabras, las sonrisas, y las caricias un día desaparecerán... Lo peor de que te digan que todo lo perderás, que las miradas, los sabores, los olores y los abrazos un día ya no estarán... Lo peor de que te digan todo eso, lo peor de que te lo repitan sin cesar es que llegará un día en que, realmente, será verdad...

Verano

 Cuántas veces en verano has despertado de la mano de una historia que no querías escuchar, un relato envuelto en un fervor desesperado, cubierto de un profundo desamor. Cuántas veces en verano has despertado de la mano de un amante sin amor, con los dedos sobre un torso despojado, con trescientos sesenta y cinco pedazos en el corazón. Cuántas veces en verano has despertado sola, rota, deseando que llegara ya el invierno para disimular la gelidez de tu cuerpo bajo el pretexto de tener roto el corazón.

Y si te digo que te quiero...

Y si te digo que te quiero... ¿te volverás a asustar? ¿te esconderás bajo las sábanas, sin siquiera despertar? Y si te digo que te quiero... ¿volverás a echarte atrás? ¿me dirás 'yo es que no puedo', 'yo no puedo, de verdad'? Y si te digo que te quiero... ¿entenderé lo que es amar? ¿volveré a sentir el fuego que perdí tras el cristal? Y si te digo que te quiero... que te quiero, nada más. ¿Te arrojarás hacia el vacío? ¿te olvidarás de los demás?

Nada

Nada. No siento nada cuando mi espalda se comba lenta bajo tu voz. No siento nada cuando mi boca se encuentra bajo tu cuello, hambrienta. Nada . No siento nada cuando tus ojos, entre susurros, dicen «te quiero».  No siento nada cuando las luces, que parpadean bajo las sábanas, se extinguen,  ahogadas en tu calor. Nada , no siento nada . No siento nada cuando tus manos,  seguras, constantes, comienzan a desnudarme. No siento nada , nada . No siento nada . No siento nada cuando tu voz, entrecortada, retumba  entre los dos. No siento nada ... Nada ... No siento nada ....

Te quiero

Te quiero desde que te vi, no importa si no entiendes mis palabras. Te quiero, aunque me muerdas, aunque te enfades conmigo. Te quiero. Te quiero aunque no puedas caminar, te quiero aunque tus patas ya no sean capaces de subir las escaleras. Te quiero aunque ya no me veas, aunque no encuentres las migas desperdigadas por el suelo. Te quiero. Te quiero aunque estés tan callado, que parece que ya no estás aquí. Te quiero cuando te levantas para saludarme, te quiero cuando me hueles la mano para saber quién soy, te quiero cuando me chupas para decirme que me quieres, te quiero cuando me arropas cuando me siento mal. Te quiero cuando me escuchas, te quiero cuando me dejas acariciarte sin rechistar. Te quiero cuando me miras, te quiero cuando me buscas y no paras hasta encontrarme.  Te quiero aunque ya no seas capaz de hacer la mitad de estas cosas. Te quiero aunque no puedas más. Te quiero aunque estés a punto de irte. Te quiero aunque me dejes atrás. Te quiero aunque ya no pued

No te merezco.

Tus lágrimas amargas, los abrazos de adiós. No los merezco. No te merezco. Las caricias infinitas, el cariño desbordado.  No lo merezco. No te merezco. Tu miedo a perderme, tu miedo a quererme. No lo merezco. No te merezco. El dolor y la mentira, el pesar y la tortura. No los mereces. No te merezco. El perdón y la ternura, el amor y la ventura.  No los merezco. No te merezco. No te merezco.

Eras poesía.

Tus ojos, claros, se enternecían; eras poesía. Tu lengua, dulce, se entretenía; eras poesía. Tus manos, firmes, se entreveían; eras poesía. Eras poesía cuando llovía, eras poesía bajo el cristal. Eras poesía al final del día; eras poesía, y nada más. Pero al levantar los ojos hacia ti; al querer mirar y descubrir tu identidad; entonces, me di cuenta de que, en realidad, tu poesía no vale nada si no veo en tu mirada ningún atisbo de él.

Suspiro

El toque de tu piel mezclado con mis cosquillas; las manos sobre el papel pintado de tus costillas. La caricia del pincel templado de tu saliva; las manos en la pared, tu boca sobre la mía. Un suspiro y, después, un silencio nublado; la soledad del ayer. Un suspiro y, después, un grito ahogado; me olvidarás otra vez.

Poesía

El sonido de tus dedos tecleando es poesía en el silencio de este sordo  mediodía.

Lejos

Lejos;           en otro país,                               en otra ciudad,                                                       en otro universo. Lejos;           en otro tiempo,                                    en otro espacio,                                                              en otro universo. Lejos;           en otro ideal,                                en otro sueño,                                                       en otro pesamiento. Lejos;           en otra realidad,                                     en otro limbo,                                                            en otro universo. Lejos...                                  Lejos...                                                              Estás tan lejos...                                                                                                                                                                  

Flashback

Apaga la luz y siéntate cerca, extiende los brazos y tócame, cierra los ojos y bésame, hagamos una noche eterna.  Enciende la luz y acércate, no tengas vergüenza, abre los ojos y mírame, hagamos una noche eterna. Apago la luz y te siento cerca; encojo los brazos y lloro, porque al cerrar los ojos haces que todo me duela. Enciendo la luz y me besas; me invade la sorpresa y abro los ojos al vernos tan juntos en mis pensamientos.

Escalofrío

Un escalofrío invisible recorre mi espalda cada vez que tú me abrazas. Un escalofrío invisible recorre mi espalda cada vez que tú me besas. Un escalofrío  invisible recorre mi espalda cada vez que tú me empujas. Un escalofrío  invisible recorre mi espalda cada vez que tú me humillas. Un escalofrío invisible recorre mi espalda cada vez que tú me tocas. Un escalofrío  invisible recorre mi espalda cada vez que tú me estrechas. Un escalofrío invisible recorre mi espalda cada vez que tú me aferras. Un escalofrío invisible, inaudible, imperceptible, como un grito ahogado en mi garganta. Un escalofrío  invisible, inaudible, imperceptible, como mis heridas bajo la piel delicada.  Un escalofrío   invisible, inaudible, imperceptible, indescriptible, en palabras con sentido.  El escalofrío siempre es el mismo; no importa si me amas, si me odias, si n

Inesperado

Un encuentro inesperado en el medio de una calle,  las miradas de soslayo; tú te giras esperando que, mientras te alejas,  yo te esté mirando. Y así es; me has sorprendido observando ensimismada ese cuerpo que sin miedo,  sin temor a avergonzarse,  se ha girado a contemplarme con ojos apasionados. A veces las conexiones entre dos desconocidos son más fuertes que los lazos que unen a dos amantes que se han vuelto indiferentes al sonido de sus pasos.

Sombras

Ya no eres tú, ya no soy yo, yo no soy yo; solo soy sombras. Las pupilas de la gente, vagas, inertes, bajo la misma luna indiferente. La piel marchita como las ondas que crecen solas bajo el enigma  de una voz sorda. El aroma del alba se vuelve amargo en cuanto guardo bajo mi cama el corazón. Ya no eres tú, ya no soy yo, yo no soy yo; solo soy sombras

Arde

Cuando veo otras caras mirarse, otros labios besarse, otras miradas encontrarse. Cuando veo otros cuerpos abrazarse, otros párpados cerrarse, otras pupilas desnudarse. Cuando veo otras manos entrelazarse, otros ojos entrecerrarse otros amores forjarse. Siento la rabia al instante, los labios entrecortarse y las palabras morir. Siento la mecha que arde, que muere tras los desgastes que provocaste tú en mí.

Miedo

Cuando me abrazas yo siento algo, como un sentimiento de soledad y desprecio por el dolor tan intenso que provocaste tú en mí. Cuando me miras yo pienso que no habrá más que un «lo siento yo es que no supe no hacerlo, yo es que no supe vencerlo, ese impulso dentro de mí». Cuando me empujas yo siento un claro desvanecimiento; me dejo invadir por el miedo de que la presión en mi cuello esté controlada por ti.

Hipócrita

Por la mañana retuiteaba historias sobre mujeres valientes e independientes que parecía admirar. Por la tarde bailaba cogiendo por la cintura de la manera más pura a una mujer de verdad. Y por la noche violaba a una mujer tan bella que a la noche y a las estrellas la solía comparar.

Nunca

Quién soy. Quién eres. No me reconozco en esta piel. No nos reconozco. Ya no existimos, no somos como un día fuimos. No soñamos, no soñamos juntos. Nos hemos separado, arrancado nuestros lazos. Nos hemos despegado, nuestras manos ya no se tocan. Ya nunca se tocarán. Ya nunca sentiré tus dedos recorriendo mis mejillas. No escucharé el murmullo de tu voz. Ya no podré abrazarte, nunca podre besarte. Ya no podré escuchar el latido de tu corazón. Ya no existimos. No existes, no aquí. Estás lejos, inalcanzable como en otra dimensión. Ya no es posible, ya lo rompimos. Ya lo tiramos, ya lo desquebrajamos. Ya no es posible, ya nunca más. Nunca más oiré tu voz decir te quiero. Ya nunca más veré tus ojos iluminarse al contacto con los míos. Ya nunca, nunca.  Ya nunca habrá un nosotros.

Me desvanezco.

De repente aparecieron aquellas imágenes. Los edificios iluminados por la luna, los letreros de luces de neón. Aparecieron los coches, los taxis, aquella estación. Y a mi lado apareciste tú, callado. Me mirabas sonriendo y tus ojos decian te quiero. Pero de pronto desapareciste, desaparecí yo. Ya no estaba allí. Todo aquello parecía un sueño, algo irrealizable, nunca había pasado. Y sin embargo lo recuerdo como si siguiera sentada junto a ti en aquel autobús errante a las 2 de la mañana. Siento que te abrazo cada vez que desapareces. Me arrancas un pedacito de ti cuando olvido un detalle, un nombre, una fecha, un cartel; el sabor del chocolate mezclado con tus labios. El olor de tu cuello color café. Y por un segundo muero, muero en el instante en el que despierto. Muero en cuanto me desvanezco y aparezco aquí, sola, a oscuras, pensándote.

Antes de perderme.

Antes de perderme necesito encontrar una palabra que me libere. Antes de perderme necesito sentir ese olor a independencia. Antes de perderme quiero recordar y llorar lo que haga falta. Antes de perderme quisiera tener una nueva conciencia, un nuevo amanecer.

Un día.

Un día me quisiste. Te despertaste pensando en mí, sonreiste al recordarme. Quizás escucharas aquella canción. Un día me quisiste. Y por eso me mirabas de aquella manera. Por eso me abrazabas, me besabas. Un día me quisiste. Y quizás no fuera más que un sentimiento pasajero. Quizás solo durara un mes, una semana. Y sin embargo, un día me quisiste. Y, para mí, tan solo eso es suficiente. Ahora lo entiendo, lo entiendo todo. Tú... un día me quisiste,                                  tal y como yo te quise.

La distracción de la conciencia.

Me distrae cada compás de tu corazón bajo las sábanas desperdigadas  por la cama. Me distraen tus ojos claros cuando me miras  sin querer. Me distraen  los buenos días, los mediodías, las buenas noches; se hizo de día. Me distrae cada sonrisa que se esconde bajo tu apariencia indiferente. Me distrae cuando me abrazas y me dices que me odias y que soy idiota. Porque sé que aunque  te escondas, aunque no quieras que lo sepa. Porque sé que aunque lo escondas, aunque no  quieras que  yo sepa. Porque sé; aunque realmente es solo una sensación.  Porque sé que en tu mirada hay cariño disfrazado. Hay amor y no es el mío. Hay calor, no  todo es frío. Aunque quieras esconderte aunque  no entiendas por qué, la sonrisa tras tu cuello es tu sonrisa también. 

No quiero.

Quiero ver tus fotos y reír cuando los  recuerdos de algún día se estanquen en mis pupilas.  Quiero ver tus fotos y sonreír cuando tus palabras se repitan durante  el día. No quiero no debo sentir que la memoria me deja sin vida. No quiero no puedo vivir como si la vida me hubiera mentido. No quiero no puedo sonreir sin saber si tú  estás también sonriendo. No quiero  no debo  sentir que la memoria te odia te olvida.

Asonancia en el olvido

No puedo sentir tan pronto déjame llorarte  un rato más no puedo olvidarte ya, no no puedo quererte  como si  yo no existiera y tú fueras un fantasma en el olvido de la memoria que un día tuve en lugar del  pensamiento ya no pienso en  desaparecer tras un 'algún día volverás' porque eso ya no existe, en el lugar en el que fuimos ha nacido un nuevo germen de algo diferente que no es amor ni quizás lo será quizás no quiera que  lo sea nunca porque no puedo pensar en cómo tu ya no me amas ya no estás, ya no te aguantas, ya dices lo que  quieres hacer y yo no estoy en  esas ideas y esos sueños que  nunca fueron míos  pero que compartí contigo ven no puedo escribir  sin pensar que estas palabras se harán ceniza cuando tú sepas que yo nunca escribi por ti nunca pude decirte  que escribo por mí escribo porque yo no sé cómo expresarme  sin decirte que no puedo olvida