Noches En Vela

Sigo pensando en la promesa que me hiciste años atrás,  ¿te acordarás de tus palabras? Sé que para ti solo fue un chiste,  algo que dijiste sin pensar,  quizás con algo de verdad, o quizás solo fuera un juego, una más de tus pruebas, para mantenerme ahí,  colgando de un hilo, por siempre asida a ti.

Así nos quedamos, embobados,  escuchando a esa mujer cantar; permanecimos quietos,  sin movernos, sin hablar,  hasta que se acabó la canción y tus ojos verdes volvieron a la realidad.  

Al levantar la mirada veo tu imagen en la esquina y pienso, ¿qué será de ti?, ¿aún piensas en mí?, ¿fue todo mentira?, ¿acaso me odias?, ¿ignoras el escalofrío que una vez sentimos, tus ojos vacíos, asidos a mí?

Una vez más sobrevivo, en modo automático, con la mirada baja, tumbada en la cama, sin voz y sin alma.

Obsesionada con las historias de amor, repito una y otra vez la misma escena, me imagino que esa vida es verdadera, que ese amor es mío  y que el dolor ya no me acecha.

Amor no correspondido, secretos, confesiones, vestigios del pasado, una vida paralela, que ya nunca existirá.

 Necesito perderme, desaparecer, no estar presente, que nadie me encuentre...

En realidad solo quería que alguien más listo que yo apareciera y me rompiera los esquemas; y ahora siento que al mirarte e idolatrarte me mentí y dije que era nada más admiración, cuando la realidad es que  lo que yo sentía era simplemente: amor.

Tienen razón las críticas televisivas, es como un abrazo a mi niñez, mi infancia,  a todo lo que no entendí entonces. Ojalá te hubiera conocido antes,  ojalá me hubiera visto reflejada en esos personajes que en mi tiempo no existieron, entonces habría sabido, que quizás eso contigo fue algo más que una amistad.  

 Personalidad dual: joven, inteligente, sin miedo al qué dirán; frágil, inocente, moralmente decente en un mundo sin libertad.

 Mi reflejo no me miente, veo en él que ya no sirve este cambio, la rutina; necesita que algo nuevo, algo extraño, algo querido, lo entretenga hasta que yo crea ser la que me mira.

 Quizás él entienda lo que escondo en mis pupilas.    Quizás él sepa que de mí todo lo que sabe expira en el momento en que me mira.

 Y si pongo un pie fuera del molde y me arriesgo quizás sí que sienta que siento de nuevo, quizás pertenezca a una tribu o a un pueblo que acepte de mí eso que aquí voy perdiendo.

 A veces, por la mañana, me despierto sin recuerdos: no comprendo lo que he hecho, dónde estoy, por qué no entiendo la lengua de mis pensamientos.