Atrapado entre barrotes invisibles que se cierran y te atrapan en tu mente y no te dejan ni vivir, ni sentir, ni morir; ¿por cuánto tiempo seguirás viviendo así?
Te miraba de reojo: hablabas con esa mujer, y los celos, ¿serán celos? ya empezaban a florecer. Vi tus manos, vi sus ojos, vi tu boca, vi sus labios, susurraban: «¿Acaso te gusto a ti también?»