En cada imagen que veo, en cada vídeo grabado hay algo oscuro, maldito, que se refleja en tu rostro: tienes los ojos vacíos, tienes los ojos hundidos, de ti ya no queda rastro en esos ojos perdidos.
Cuando menos me lo espero apareces en la esquina de un cartel, te entremezclas con mi vida, me persigues, ¿le conoces? Imaginaros en la misma habitación me produce arcadas, náuseas, conmoción; nunca creí en la posibilidad tan real, tan visible de que estuvieras tan cerca, tan solo a dos pasos de mí.