D e mil posibilidades desconocidas, de mil historias y caminos sin salida, de mil sueños, de mil días, decido quedarme aquí contigo, decido pasar aquí la vida.
Esos anillos desintegrados entre la tierra desparramada ya se oxidaron, ya se rompieron, ya no recuerdo el lugar concreto en el que enterramos nuestros recuerdos.
¿De verdad se pueden ser dos personas a la vez? Aquí soy rápida, fuerte, no me da miedo pensarte, no me da miedo verte. Allí soy frágil, dependiente, no soy capaz de mirarte, me cuesta hasta imaginarme a mí misma frente a ti.
Me he mirado en el espejo: mi otro yo me ha sonreído, no he tenido miedo ahora de perderme en sus pupilas; ni tampoco he desaparecido en espejismos surrealistas; no he sentido ese deseo de flotar; no me he rendido a ese grito pincelado en los ojos de ese cuerpo que he dejado arrebatado y con lágrimas tan dulces que cualquiera que me viera desearía comprender qué es lo que he visto en mí en ese espejo desgastado y oxidado en la pared.
No me sorprenden las luces, los edificios, las esculturas. No me sorprenden tus ojos, los corazones, las sensaciones. No me sorprenden las canciones, los sonidos, las voces. No me sorprende nada, no estoy aquí .