Entradas

Mostrando entradas de febrero, 2019

Miedo

Cuando me abrazas yo siento algo, como un sentimiento de soledad y desprecio por el dolor tan intenso que provocaste tú en mí. Cuando me miras yo pienso que no habrá más que un «lo siento yo es que no supe no hacerlo, yo es que no supe vencerlo, ese impulso dentro de mí». Cuando me empujas yo siento un claro desvanecimiento; me dejo invadir por el miedo de que la presión en mi cuello esté controlada por ti.

Hipócrita

Por la mañana retuiteaba historias sobre mujeres valientes e independientes que parecía admirar. Por la tarde bailaba cogiendo por la cintura de la manera más pura a una mujer de verdad. Y por la noche violaba a una mujer tan bella que a la noche y a las estrellas la solía comparar.

Nunca

Quién soy. Quién eres. No me reconozco en esta piel. No nos reconozco. Ya no existimos, no somos como un día fuimos. No soñamos, no soñamos juntos. Nos hemos separado, arrancado nuestros lazos. Nos hemos despegado, nuestras manos ya no se tocan. Ya nunca se tocarán. Ya nunca sentiré tus dedos recorriendo mis mejillas. No escucharé el murmullo de tu voz. Ya no podré abrazarte, nunca podre besarte. Ya no podré escuchar el latido de tu corazón. Ya no existimos. No existes, no aquí. Estás lejos, inalcanzable como en otra dimensión. Ya no es posible, ya lo rompimos. Ya lo tiramos, ya lo desquebrajamos. Ya no es posible, ya nunca más. Nunca más oiré tu voz decir te quiero. Ya nunca más veré tus ojos iluminarse al contacto con los míos. Ya nunca, nunca.  Ya nunca habrá un nosotros.

Me desvanezco.

De repente aparecieron aquellas imágenes. Los edificios iluminados por la luna, los letreros de luces de neón. Aparecieron los coches, los taxis, aquella estación. Y a mi lado apareciste tú, callado. Me mirabas sonriendo y tus ojos decian te quiero. Pero de pronto desapareciste, desaparecí yo. Ya no estaba allí. Todo aquello parecía un sueño, algo irrealizable, nunca había pasado. Y sin embargo lo recuerdo como si siguiera sentada junto a ti en aquel autobús errante a las 2 de la mañana. Siento que te abrazo cada vez que desapareces. Me arrancas un pedacito de ti cuando olvido un detalle, un nombre, una fecha, un cartel; el sabor del chocolate mezclado con tus labios. El olor de tu cuello color café. Y por un segundo muero, muero en el instante en el que despierto. Muero en cuanto me desvanezco y aparezco aquí, sola, a oscuras, pensándote.