Quizás los mensajes que me enviabas no fueran bromas pesadas, ni intentos desesperados de mantenerme colgada, por siempre asida a ti. Quizás, solo quizás, realmente tuvieras interés, quizás quisieras saber, quizás ansiaras conocer lo que realmente pensaba, hacía, en qué lugar quedabas tú. Pero yo nunca respondí, nunca pensé que fuera en serio, nunca te dije, nunca expliqué, dejé que pensaras, que supusieras, dejé que pasara el tiempo, las oportunidades, hasta que te fuiste y nunca más supe si todo aquello había existido, si era real, si no entendí, y, así, perdí, perdí la última oportunidad que te quedaba conmigo por ni siquiera imaginar la posibilidad de que tú... ¡por fin, por fin! ya me quisieras.