Noches En Vela

A veces se me olvida que soy yo, una persona,  una mente dentro de este cuerpo inerte,  que pasa tantas horas ausente, tratando de no pensar.  A veces se me olvida quererme,  sentir mis emociones,  concederme algún capricho trivial que de alguna manera manifieste la existencia de mi personalidad.

Sé que no está bien dar pensando en recibir pero a veces desearía ser la persona que recibe,  estar al otro lado,  que alguien piense en mí tanto como yo trato de pensar en ellos.

Vivir en un mundo paralelo donde la gente puede opinar de ti libremente, aconsejarte, exigirte, reclamarte. Un mundo en el que tú no eres la dueña de tu vida, de tu mente, de tu cuerpo, de tu historia. Un mundo marchito, manchado de envidia, codicia, resentimiento y osadía. Un mundo egoísta, donde tu vida no es tu vida, donde hay pasos, hay camino, y si uno se desvía se revela que aquello que, en su día, belleza y cariño parecía, en realidad es desengaño, desprecio, desdén.

Pobreza, libertad; riqueza, obediencia.

Destrozaste todo lo que me gustaba: te llevaste por delante mi grupo favorito, mi amor por los conciertos, la ropa que más me gustaba, mi confianza... y la violencia inundó cada rincón, ahogó cada deseo, extinguió el centelleo de mis ganas de vivir.  

Dicen que la creatividad depende en gran medida del nivel de depresión en el que andes sumida y, al mirar atrás, arriba, veo todas las entradas, las fechas, meses, días en los que al escribir sentía que mejor, mejor sería que nunca escribiera ya, que en la noche, que en el día, no escribiera nunca más.